“Me dedico a la reparación de computadoras y laptops, a diferencia de muchos otros oficios, la actividad del mío se incrementó con la llegada de la pandemia.
Todo se puso más complicado cuando el Gobierno decidió que las clases serían tomadas en línea, pues aunque muchas de ellas se transmitirían por televisión, hay escuelas en las que sí pedían complementar las clases en una computadora.
Ahí fue donde me di cuenta que el Gobierno no previó las necesidades de la gente, pues muchas familias tenían computadoras viejas, u obsoletas o de plano no tenían.
A pesar de que tenía mucho trabajo, sentí la necesidad de ayudar con mi granito de arena, claro en casos especiales.
La única forma que se me ocurrió fue la de reparar o actualizar todas aquellas computadoras de familias que estuvieran pasando por un momento económico difícil a causa de la pandemia.
A lo mejor son pocas, pero hasta el momento me ha tocado actualizar y reparar ocho computadoras de niños que sabía que sus padres no tenían los recursos para hacerlo, algo que los ha ayudado para que puedan tomar sus clases.
No espero una felicitación ni nada, lo que quiero es generar acciones similares en estos tiempos tan complicados en los que muchas familias se encuentran prácticamente quebrantadas económicamente luego de una larga contingencia.
Y es que muchos no tuvieron la fortuna como la mía, de que su oficio no se haya visto afectado”.