México podría ser la próxima súper potencia tecnológica de Latinoamérica

Hoy más que nunca, el futuro de una nación se define por su capacidad de desarrollo tecnológico. Almacenamiento en la nube, conectividad 5G, I. A. entre otras cosas son los principales factores que dictan el crecimiento de la economía en las ciudades modernas y, en muchos casos, la calidad de vida de los ciudadanos. Es por esto que resulta interesante el desarrollo tecnológico que México ha venido experimentando durante estos últimos años. Aunque desde un punto de vista utilitarista, la adopción de los sistemas autónomos y la automatización de procesos industriales debería ser recibido como un salto lógico y natural en la civilización, en el país existen muchas problemáticas y retos en el mencionado campo; debido principalmente a interpretaciones o creencias fatalistas respecto al uso de estas tecnologías. Creer que la tecnología nos quitará el trabajo es natural, no así como pensar que podemos aprender nuevas habilidades para integrarnos en una economía cambiante. A su vez, se suman a esto una gran falta de inversión y la escasez de talento humano.

Frente a esta realidad vale la pena preguntarse si México tiene el potencial de convertirse en una capital tecnológica del mundo o si se quedará como un espectador más de la nueva revolución de la industria 4.0.

La respuesta corta es: Sí, tenemos ese potencial como país, y es importante mencionar algunas de las fortalezas que nos brindan un potencial único y excepcional de crecimiento, como un mercado dinámico y relativamente resistente a las fluctuaciones económicas globales, una población extensa en la edad correcta para impulsar la productividad y la competencia, así como una cercanía estratégica con los Estados Unidos. Una prueba tangible de este argumento es que, gracias al talento mexicano, nos hemos convertido un referente financiero a nivel de Sudamérica, así como en manufactura y desarrollo tecnológico. No falta quien diga que Guadalajara, es una aproximación mexicana al famoso “Silicon Valley”, cuna de muchas de las innovaciones tecnológicas más importantes de nuestra era.


Pese a ejemplos como éste, persiste la creencia de que, al igual que otras industrias, el foco de producción tecnológica es la manufactura y nada más, sin traer a cuenta factores como la creación local y la innovación. Aunque la producción tecnológica actual de México supera la manufactura, la principal razón por la que no nos hemos convertido en el próximo centro tecnológico del mundo es la baja inversión en tecnología y digitalización en amplios sectores e industrias.


Citando un reciente informe de la UNESCO, México dedica menos del 1% del PIB en ciencia y tecnología. La diferencia del estado de transformación digital entre las PyMEs, que representan aproximadamente el 99% de las empresas del país, y el resto de las compañías grandes, representa un reto considerable. Especialistas afirman que con mayor inversión en este rubro y de acuerdo con la consultora IDC, México podría aumentar hasta en 5.5% el tamaño de su economía y hasta alcanzar una tasa de crecimiento superior al 42% en digitalización en el sector PyME.


En consecuencia, nos encontramos en un momento crucial dentro de la historia de México, en una encrucijada que divide el pasado del un futuro, y solo el mexicano puede abrazar la tradición o el progreso tecnológico de México.

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